Verónica nuestra hija de 16 años está en 4to año y tiene un novio de 18, Joaquín, quien acaba de graduarse de bachiller. Los papás de Joaquín le regalaron un carro por su graduación. Carro con el que quiere llevar y traer a nuestra amada Verónica a su fiesta de grado. Por supuesto Vero ha pasado un par de semanas vendiéndonos de la mejor manera posible al individuo en cuestión, y la verdad es un buen muchacho, pero a mi esposa y a mi nos preocupa el regreso, no sabemos si Joaquín es lo suficientemente maduro para controlar su manera de tomar, en un día de celebración tan especial. Y alcohol y manejo son una peligrosísima combinación. Por lo que decidimos no darle permiso a Vero para ir y regresar con Joaquín y le ofrecimos llevarla y buscarla a esta fiesta y a otras reuniones.
Optamos por hacer esto el tiempo que consideráramos necesario hasta que Vero aprendiera con quien de sus amigos irse en un carro y con quien no, poniendo límites a si misma y a los otros, rechazando montarse en carros de amigos imprudentes en el manejo, hasta que ella en quien si confiamos, pero que aún no consideramos lista para manejar en una ciudad como la nuestra, tenga su propio carro.
Nuestra amada Vero estuvo bastante insoportable desde que le dijimos nuestra decisión, y hasta varios días después de la fiesta se mostró ofendidísima, nos dijo que éramos los peores papás del mundo, que no confiábamos en ella, que le habíamos dañado uno de los días más importantes de su vida, que estaba rayadísima con todos sus amigos, que subestimábamos a Joaquín y un montón de cosas más. Pero nosotros creemos en eso de que “amar no es siempre agradar, sino también saber cuidar”.
Vero fue a la graduación, la llevamos y la buscamos, la pasó buenísimo, no nos lo dijo ese día, todavía para ella éramos los “peores papás del mundo” pero lo compartió con nosotros hasta con apoyo audiovisual, cuando en un fuerte tráfico para llevarla al colegio nos mostró las fotos y los videos que tenía de la fiesta de graduación en su celular.
Despedimos este post con el pediatra y psicoanalista inglés Donald Winnicot, quien nos dice: “ donde existe el desafío de un joven en crecimiento debe haber un adulto para encararlo y no necesariamente esto, siempre será agradable”